Todos alguna vez hemos puesto la vista sobre un Aston Martin, quizá por su elegancia, por su amplia parrilla, por sus suaves líneas de diseño, o simplemente porque resulta un coche bonito. Esta marca británica salió al mercado en 1913 pero con el nombre Bamford & Martin; pero que a raíz de su victoria en la carrera de montaña Aston-Clinton pasó a llamarse Aston Martin.
Tradicionalmente la competencia más directa de Aston Martin han sido los italianos de Ferrari y Maserati, teniendo una lucha cara a cara a través de los años de competiciones de Gran Turismo. Manejar un Aston Martin automáticamente te hace sentir como James Bond, y es que debemos recordar que el agente 007 lo tiene en el tope de la lista en lo que a automóviles se refiere- Solo basta darle un vistazo al clásico DB 5 para entenderlo por completo.
Aston Martin incluso después de sufrir varios cambios de dueño en su historia, siempre ha conservado la esencia de pequeña compañía que fabrica coches artesanales y de lujo para un público muy selecto. Es una marca que transmite toda la clase y el estilo inglés, con acabados de lujo, confort en su máxima expresión, pero en estas últimas décadas, le han inyectado una importante dosis de deportividad.
Este nuevo enfoque deportivo se puede ver con el Aston Martin Vantage, que con su enorme V12 atmosférico, es capaz de acelerar de 0 a 100 en 3.6 segundos, cifras récord para un coche con el nivel de equipamiento que posee. Conducir uno de estos coches es una experiencia obligatoria para cualquier persona que disfrute manejar con confort pero que también tenga algo de hambre por una experiencia deportiva, ya que en la mayoría de sus modelos podemos sentir esta emoción al pisar el acelerador.
Toda esta tendencia de características y prestaciones deportivas llevadas a los modelos de calle viene en gran medida inspirada por las victorias en pista de los ingleses, ya que recientemente han destacado en competencias como las 24 horas de Nürburgring o en su propia copa, la Copa Aston Martin. A pesar de sus victorias recientes, esta herencia de carreras comienza por allá por 1947 con la entrada de David Brown en las filas de la compañía, que con su alianza entre Aston Martin y Lagonda consiguió la victoria de las 24 horas de LeMans en 1959. De allí viene la denominación DB de todos sus modelos más deportivos.
En 2013 la compañía británica llego a un acuerdo con los alemanes de Daimler para adaptar tecnologías en sus modelos, es por esto que ciertas características entre ambas marcas se comparten. Arquitectura de chasis, motorizaciones V8 o sistemas de entretenimiento son algunas de las más relevantes.
Esta unión se vio materializada por primera vez en el DB11, coche que sin duda merece la pena probar. Cuenta con el diseño y el lujo de Aston Martin pero con la potencia y confiabilidad del V8 twin turbo, el cual fue diseñado, construido y entonado por los alemanes de Mercedes AMG.